BUZOS DE SAL / 10

Sin que nadie lo note
hace tres días,
con los absurdos adioses
agotados,
murió mi apasionado corazón
trajeado en grana.

Ciñendo lacerante corona
y ante tan indiferente concurrencia
se murió
en un instante improducido,
se murió de vivir,
nomás,
de repetir, autómata,
los dos más dos son cuatro
cotidianos,
los “yo sé”,
los “yo quiero”,
de costumbre.

Se murió
viendo entrar y
salir extraños personajes
por los cuartos,
desconocidos conocidos
con convencidas máscaras,
saltar sobre la mesa inmaculada,
abofetear con guantes
y cortar sin espada.

Se murió de vivir,
de duda inmensa,
de extendida sospecha,
de amor desesperado.
Se murió de morir, nomás,
hace tres días
y no dejó cadáver.