BUZOS DE SAL / 11

Sentado frente a mí
y en carne viva,
sin que le tiemble el pulso
ni oscile la mañana,
deglute mi exaltado corazón,
me moja el ojo!

Mientras tanto, la gente,
pasa sin enterarse,
(como siempre)
persiguiendo un deseo
que no le pertenece,
contándose
con los dedos de otro,
tocándose
con guantes.

Entonces,
ni lanza ni espada permanecen,
el hierro estima por paja,
y el acero, por leño consumido.
Las distancias también se desvanecen
y ya nadie queda frente
a frente.