BUZOS DE SAL / 4

De verdad eres tú,
la que me ocultas, Madre?

Cuando una vez más,
(mientras la luz se enturbia y
se extiende como un eco
para que puedas verme)
cierras todas las puertas
permitiendo que las flores se abran.

Eres tú, de verdad,
la que me hieres, Hembra?

Si ahora, sentados
a la misma mesa,
estamos ambos mudos,
callados de certezas porque
la palabra, aún,
no nos palpita,
y nos equivocamos y nos desatendemos,
y nos hacemos sistemáticamente
los que, todavía,
no nos hemos dado cuenta
de nada!.

Es posible seas tú,
el que me entregues, Hijo?

Pero reposa,
porque aquel que se gloria
y te juzga,
no sabe que eres tan inocente como él,
que la mano que señala
no se pertenece y
que el desamor,
no es otra cosa más
que una increíble
y mágica forma.