Este camino no puede,
no quiere, llevarme a sitio alguno,
sin embargo,
heme aquí caminando sin saber caminar,
y sin haber dado un paso todavía.
Este camino no es andador, siquiera,
ni siquiera es espejo,
es pura obscuridad
hecha de luz perdida.
La vereda que viene
está ya en el presente
y es pasado para aquel
que viaja en sentido contrario.
La vereda que viene, amada,
no ha venido,
y no ha subido, tampoco,
un cuarto a mordiscones.
A que insistir, entonces,
a que pelarnos las plantas de las manos
para atrapar fantasmas venideros,
a que cambiar la primogenitura
por un plato de nada.
Este camino no quiere,
no puede llevarte hacia la vida,
ni siquiera te acerca,
ni te aleja.