Paulatina y naturalmente
todo,
se ha ido aquietando.
Una vez más ha regresado
el tiempo de la calma,
de la completa vanidad.
Como la voces,
los colores,
también se han apaciguado
hasta llegar a confundirse,
mansamente,
el uno con otro.
Todo duerme y regenera.
Pocos ven que,
ese silencio,
es el mágico momento
de la acumulación.